Pescando momentos toda la vida…
Aunque la idea más difundida y aceptada sea la de que sólo hay una vida, creo que los pescadores somos seres especiales y tenemos más de una. En cada pesquería abrimos el ciclo desde el momento en que comenzamos a preparar los equipos para salir. Eso sería equivalente al embarazo: ansiedad, expectativas, entusiasmo.
Nacemos en el momento que llegamos al sitio donde vamos a pescar: venimos al mundo, a nuestro mundo… Armar las cañas, encarnar y lanzar sería nuestra niñez y adolescencia: disfrutar pensando en lo que más adelante puede venir, soñando con lo que queremos lograr, sentando las bases para que en la etapa de madurez tengamos buenos resultados (o no).
La adultez la vivimos durante la pesca propiamente dicha: la espera sería la rutina diaria; y cada pique, las grandes oportunidades que se nos suelen presentar; cuando los perdemos es una oportunidad que dejamos pasar o que, por no darse las circunstancias, no pudimos aprovechar; y cada captura realizada sería como la concreción de un objetivo (ya sea un éxito profesional, formar una familia, darse un simple gusto personal… Cada uno tiene sus propios objetivos).
Envejecemos cuando llega el momento de levantar las líneas y juntar todo para emprender el regreso. Cargamos con los recuerdos y la experiencia. Cada quien también puede hasta disfrutarlo por todo lo acontecido previamente. Y cuando al final partimos, morimos. Nos vamos a ese «otro mundo», ese «más allá» que es la realidad y que puede ser cielo o infierno. Pero no nos morimos definitivamente. Cuando surge una nueva posibilidad de ir a pescar el ciclo se reinicia y volvemos a nacer…
Cada salida de pesca es una vida entera… Disfrutemos al máximo todas las que tengamos la suerte de vivir!!!