Soy un pescador… Puedo ser la persona más impaciente en todo, pero cuando de esperar un pique se trata permanezco horas inmóvil y en silencio; a veces meditando, otras observando el lenguaje del río, o tal vez planeando ya mi siguiente pesquería. Ninguna invitación para mí es más seductora que la de pasar un día o una noche (o varios de ellos) en la costa, olvidando horarios, responsabilidades, problemas cotidianos…

Y nada importan las comodidades si total, en ese ambiente, siempre estaré a gusto. Soy un pescador… Pero no cualquier pescador; soy un pescador deportivo. Respeto la vida de los peces, mis más honorables contrincantes; no estoy en contra de robarle de vez en cuando alguno a la Madre Naturaleza, pero cuánta amargura me provoca ver tantas veces verdaderas masacres en nombre del dinero, o peor aún, que los saquen por mera diversión sólo para dejarlos tirados en la orilla, condenados a una cruel agonía y posterior muerte.

Soy un pescador deportivo… Nunca voy a lo seguro; no me frustro si ni un mísero pique se me da en la jornada, porque lo que realmente me importa es darle a mi espíritu la paz, el gozo, la satisfacción que no encuentro de ninguna otra manera y en ningún otro lugar. Soy un pescador deportivo… Y eso es lo único que no cambiaría en toda mi existencia.

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